Por otro lado, las herramientas de competitividad pasan por estrategias muy simples. El etiquetado tan controvertido en el caso de los transgénicos, podría en los orgánicos ser un elemento de promoción. Sin embargo, algo en lo que si se debe invertir es en las certificaciones. Es el valor agregado no tangible de un producto de calidad. Esto multiplica las oportunidades de negocio y los jóvenes emprendedores deberían tener en cuenta que las ventajas estan íntimamente relacionadas con el éxito comercial.
Por último, hay que afianzar el tema de la sostenibilidad. De pronto es el punto menos examinado pero el más rentable en el tiempo. Los sellos de comercio justo o las huellas de carbono son la mejor carta de presentación frente a consumidores que valoran cada vez más estos aspectos. Hoy no sólo se paga por los productos, sino más bien se busca colaborar con actividades productivas en base a una conciencia social y la protección de los recursos. Necesitamos productos orgánicos que fomenten el desarrollo sostenible.
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