Pocos saben que es un alimento transgénico. Si bien es cierto que hay información aun la mayoría de personas no tiene muy claro el concepto. Y en la actualidad, es prácticamente imposible saber se estamos consumiendo un alimento natural o transgénico. La legislación y las normas no lo permiten.
Los organismos manipulados genéticamente han dividido a la población en dos grandes grupos. Aquellos que están preocupados por la consecuencias de su consumo y un segundo que no sabe o no quiere saber del problema. Hoy se desconocen sus efectos a largo plazo.
Y nosotros recién hemos empezado una larga batalla, el etiquetado de productos. El derecho a elegir lo que comemos, pero no podemos ponernos de acuerdo, cuando en gran parte del mundo las disposiciones son claras y precisas. El problema podría resolverse con mucha facilidad si comenzáramos a informar a la gente de que se tratan los alimentos transgénicos, que ya consumimos y cuales son los alcances de los mismos.
Los transgénicos son parte de nuestra dieta: fécula de maíz, soya, margarina, harina, aceite, leche entera en polvo, etc. Y están en la mesa sin que nos demos cuenta y sin nadie que nos lo advierta. Podemos hacer algo para revertir esta situación. Sólo informarnos y exigir la información cuando no este a nuestro alcance. Y aquí una idea de negocio. Los productores han comenzado una cruzada por destacar y etiquetar los productos cultivados naturalmente. Pero ¿cuáles son estos productos? La oportunidad está en diferenciarlos. Tarea difícil pero hay que emprenderla.
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